“Tenemos que conversar”

Seis competencias conversacionales para enseñar y aprender mejor

1. Crear una conexión emocional. Es la capacidad para armonizar y sintonizar con otros, en un espacio de construcción y coordinación de un ambiente propicio para el encuentro respetuoso de las personas. De acuerdo con el profesor, el factor asociado que explica los altos resultados académicos del estudiantado tiene que ver con el vínculo emocional entre docentes y estudiantes. Los docentes más exitosos son los que se pueden conectar con sus estudiantes.
2. Escuchar. Es la capacidad de percibir, indagar e interpretar, a partir del uso de las herramientas para verificar escuchas y compartir inquietudes que permitan la apertura a la comprensión del otro, así como también, la apertura de la transformación personal. Para una buena escucha es importante: dar tiempo, hacer espacio, guardar silencio e involucrarse haciendo preguntas.
3. Hacer peticiones. Muchas veces nos cuesta pedir porque no sabemos cómo hacerlo o pensamos que nos mostramos vulnerables, o quizá porque no queremos crear una dependencia, pensando que tendremos que “regresar el favor”, pero no es así. Hacer peticiones es muy importante, sobre todo en el aula, los docentes siempre hacemos peticiones, por ejemplo, “hagamos un trabajo grupal, resuelvan este problema, necesito que me ayuden a ordenar la sala,” etc., necesitamos pedir cosas. Sin embargo, pedir es reconocer que no sabemos todo y que necesitamos de los demás. Es la capacidad de efectuar solicitudes a partir del reconocimiento de una inquietud que se hace cargo de aquello que falta, con la finalidad de constituir promesas. Detrás de una petición también hacemos que el otro logre su propósito, desafiando, impulsando, reconociendo, provocando un cambio, entre otros.
4. Retroalimentar. Es la capacidad de ofrecer juicios válidos y fundados en una conversación auténtica y fraterna, con el propósito de expandir el rango de acción y ampliar el umbral de posibilidades en el otro. Recuerda que, tenemos el compromiso de fundamentar los juicios con evidencias, así como también debemos tener apertura a recibir otras miradas diferentes. El profesor Rivera nos comenta que, para dar una retroalimentación adecuada, debemos crear el contexto entre las personas, construir un espacio donde las personas no sean interrumpidas, hacer referencias a acciones o evidencias y no a opiniones ni juicios de las personas. Centrarnos más en lo positivo que negativo y compartir con el otro la necesidad de llevar a cabo la sesión para dar una retroalimentación.
5. Hacer declaraciones fundamentales. Todos los seres humanos tenemos un poder transformador con nuestra palabra cuando conversamos. Esto quiere decir que, lo que decimos, es posible que se constituya en realidad. Por ejemplo, cuando un docente dice “vamos a visitar una empresa”, “vamos a hacer una excursión a la montaña”, decir un “gracias”, “lo siento”, “te felicito por lo que lo lograste”. Después de decir estas palabras, el mundo cambia porque lo decretamos, como dice J.L. Austin. “Hacer cosas con palabras”.
6. Coordinar acciones. En la escuela, todas nuestras acciones que realizamos están destinadas a producir resultados. Por ejemplo, que los estudiantes aprendan, que el acto académico sea un éxito, que la reunión de padres se realice y se aborden todos los temas, etc. De acuerdo con el profesor, coordinar acciones es la capacidad de coordinar personas que realicen determinadas acciones que produzcan resultados como fruto de una adecuada creación de contexto, negociación, gestión de contingencias y evaluación de lo conseguido.