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“Aprender a leer, una tarea de gran complejidad”

Marcelo Rivera, director de la revista, entrevistó a la Lic. en Psicología Montserrat García Ortíz, experta en dislexia (Universidad de Barcelona), creadora y directora de Glifing (método de entrenamiento de la lectura basado en evidencia científica y utilizado por más de cien mil chicos), quien abordó el tema de las dificultades al aprender a leer y la importancia de su detección temprana.

Fuente:https://revistacolegio.com/aprender-a-leer-una-tarea-de-gran-complejidad/


– ¿Qué es la dislexia y por qué te especializaste en ella?
– En la Facultad de Psicología los problemas de aprendizaje se ven muy poco y a mí me interesaba mucho la parte de neurociencia, de biología del cerebro. Tengo tres hijos y el más chico, Mario, que ahora tiene 22 años, tenía dificultades de aprendizaje. Y yo, a pesar de ser psicóloga, estaba a merced de lo que me dijeran los psicopedagogos, del colegio. Además, a nivel familiar tuvimos un percance grave: el papá de mis hijos estuvo a punto de morir tras un accidente que dejó secuelas. A raíz de este problema familiar, el diagnóstico de Mario fue el de “bloqueo emocional” y todos los problemas de aprendizaje que acusaba quedaron escondidos tras este semi-diagnóstico equivocado. El hecho de que Mario fuese un niño inteligente también contribuyó a esconder sus dificultades de aprendizaje. Nos pasamos los primeros años escolares yendo al psicólogo, donde no se trataron las dificultades de aprendizaje sino las cuestiones emocionales. Esto no le hizo ningún daño, pero nunca tuvimos una idea clara de cuál era el problema, por lo que no le estábamos ayudando según sus necesidades reales. La dislexia se le diagnosticó finalmente en la Universidad de Barcelona, a donde acudí con la preocupación para poder dilucidar qué le pasaba.
La dislexia es una dificultad específica en la tarea de leer, y se manifiesta sobre todo en la lentitud de descodificación, lo cual puede afectar a los errores de lectura y a la comprensión. Leer lento es el primer obstáculo para poder entender lo que se está leyendo, y más tarde la lentitud va a ser también un obstáculo para tener tiempo y energía mental para leer y procesar todo lo que va a pedir el colegio. Leer lento es un indicador de falta de automatización del proceso de la descodificación. La lentitud indica que el cerebro está haciendo un esfuerzo enorme para poder descifrar el código escrito y que no puede liberar recursos cognitivos para dedicar a otras tareas, como la comprensión, por ejemplo, o, simplemente, recordar lo que se ha leído. De una simple dificultad de lectura, pueden acabar teniendo grandes problemas académicos, aún siendo inteligente”.
– ¿Cuándo notaste que tu hijo tenía dificultades?
– “Su caso despistaba mucho porque tenía un nivel de comprensión muy elevado. Entendía lo que leía. No siempre las dificultades de lectura acarrean dificultades de comprensión, pero si ese niño lee muy despacio va a dejar de leer. Yo notaba que leía muy mal, muy despacio. Generalmente, además, los chicos inventan palabras; leen un trozo de la palabra e inventan el resto. Mi hijo sufría, se ponía nervioso, y esto llevaba una serie de efectos colaterales. Si un niño tiene que estudiar y necesita 20 minutos para leer el texto, luego 20 minutos para repasarlo y 15 más para releerlo una tercera vez, en una hora aproximadamente tiene el trabajo hecho. En cambio, el que lee tan despacio ve el texto y anímicamente ya le genera un rechazo. Puede que necesite dos horas o tres para la misma tarea, y quizás esa tarde ya no le alcance o le resulte altamente agobiante.
Por otro lado, hay diferentes grados de afectación de la dislexia y otros problemas asociados como una mala grafía, incluso ilegible, o muchos errores ortográficos. Otro problema puede ser el desánimo general. O podemos tener un niño que sea bueno en matemáticas hasta que le aparecen los problemas en que tiene que leer y allí dejar de brillar en esa materia”.
En Argentina tenemos un 10% de chicos disléxicos, aunque la mayoría no tiene un diagnóstico claro. ¿Cuál es tu análisis sobre la necesidad de detectar a tiempo la problemática y el tratamiento de los chicos con esta dificultad?
– “Es imperiosamente necesario. Detectar a tiempo y de forma precoz la dificultad evita mucha frustración y nos permite ayudar al inicio del problema.
Me gusta mucho la frase que dice que para educar a un niño se necesita la tribu. Vivimos en comunidad y los niños pasan muchas horas en el colegio, que es lo que después les va a permitir formar parte de la sociedad, poder ofrecer cosas buenas a y poder vivir gracias a esas cosas buenas. Es necesario que les ayudemos. Leer es el eje principal de la vida académica de cualquier persona. Si a un niño le va mal en la lectura, probablemente irá mal en todo lo académico, y si va mal en lo académico, le va mal la vida, porque está fracasando en lo único que le pedimos: que vaya al colegio, aprenda y saque buenas notas. Un niño que va al colegio y no consigue avanzar se siente frustrado. Y uno se puede frustrar, pero un poquito; pero sentir frustración todo el día, durante 5, 6 u 8 años de vida es muy duro para cualquiera. El mensaje que este niño recibe es de que es inútil, que no sirve, que es un fracaso.
Los niños están afectados emocionalmente y ahí es cuando se confunde causa y efecto. En el caso de Mario, y de tantos otros chicos, se cree que el bloqueo emocional es la causa de no avanzar con la lectura, cuando ése es el efecto. La causa son las dificultades de aprendizaje, y el bloqueo emocional, sus consecuencias”.
– ¿Cuál es el proceso por el cual se aprende a leer y cuál es la edad donde los chicos empiezan a desarrollar una lectura comprensiva con un correcto vocabulario y expresión?
A los 4 años, un 25% de los niños ya puede leer. A los 5 lo hace un 50%, pero el otro 50% todavía no. Hasta ahí todo es normal. Algunos tienen la madurez cerebral para leer y otros tendrán que esperar un poco más. Es una cuestión genética; no es culpa de nadie, ni voluntad de nadie.
En primer grado de primaria casi todos los alumnos están preparados para aprender a leer. Existe ese 10% de niños disléxicos a los que les va a costar mucho y hay un 5% que aprenden solos. Dentro de un aula hay un abismo entre los dos extremos. Luego, hay un 25% de niños que, sin ser disléxicos, van a tener un aprendizaje más lento, van a necesitar más refuerzo para automatizar el proceso lector.
En el período escolar de infantil, 3, 4 y 5 años, va a ser bueno trabajar la prelectura: jugar con los sonidos; dado que de lo oral se pasa a lo escrito. Serán importante jugar con las palabras, con las rimas, darse cuenta de que hay sonidos iguales y otros diferentes. O las funciones ejecutivas que subyacen al hecho lector, como la memoria de trabajo. No importa mucho que empiecen a leer de corrido. El que pueda lo hará y otros lo harán más tarde. En esta etapa es importante preparar al cerebro fonológico haciendo hincapié en la oralidad. Aquí la estrella va a ser la conciencia fonológica.
En primero de primaria hay que empezar a enseñar la lectura de forma explícita y sistemática. Hay que mostrar las letras y sus sonidos. Se aconseja un orden, empezar con las vocales, luego las letras más frecuentes… A partir de ahí, hay que practicar de forma sistemática y sostenida. Es lo que en Glifing llamamos ´entrenamiento´. El objetico es automatizar el proceso de la lectura, alcanzando cierta velocidad, lo cual va a requerir enfrentarse a la lectura de estas letras muchas veces. Hay niños que casi no necesitan entrenar y otros van a tener que enfrentarse miles de veces a esas letras. Pero esto es aplicable a muchas cosas en la vida. Hay una base genética que nos condiciona, pero casi todo es entrenable: es decir, requiere trabajo”.
– ¿Dónde se pone el foco para empezar?
– “Debemos empezar por la fonética, enseñar de forma explícita que a cada letra le corresponde un sonido, a este proceso se le llama la correspondencia grafema-fonema. Luego hay que juntar las letras a cierta velocidad, eso es leer. Y buscamos la velocidad porque es un indicador de que el proceso está siendo automatizado; cuando la lectura es lenta, el proceso no está automatizado y esto significa que el cerebro está “sufriendo mucho” para realizar este trabajo.
Si evaluamos lo antes posible, podemos salvar a los niños con dificultades del posible conflicto emocional. Porque si un chico entiende lo que le ocurre, sabe que no es culpable de ello, que no es tonto, que no es vago, y se siente libre de culpa y preparado para trabajar su condición.
– ¿Cómo empezaste con Glifing? ¿Mario fue el detonante?
– “Cuando descubrimos que Mario era disléxico empecé a leer sobre dificultades de aprendizaje en general y sobre las dificultades de lectura en particular. Tuve la suerte de hacerlo en una época en donde empezaba a hablarse de plasticidad cerebral, algo relativamente nuevo, y comenzaba el auge de las nuevas tecnologías. Recuerdo el libro llamado “El cerebro se cambia a sí mismo”, de un psiquiatra estadounidense (Norman Doidge), quien contaba diferentes experiencias basadas en la plasticidad cerebral. Había dos experiencias que hablaban de entrenamientos para mejorar procesos cognitivos en niños en etapa de educación. Ahí se me abrió un mundo y me dirigí a la Universidad de Barcelona con el problema de Mario con la idea de hacer un entrenamiento por ordenador, porque él rechazaba todo lo que fuera papel y lápiz. Necesitábamos algo lúdico y ameno y acababa de descubrir que los entrenamientos funcionaban. Un equipo de la Universidad de Barcelona se involucró en el proyecto y empezamos a estudiar el proceso de la lectura normalizada y luego comparamos qué hacían los buenos lectores con lo que no hacían los que no lo leían bien, analizamos dónde se trababan. Constatamos que había diferentes patrones y diferentes grados de dificultad. A partir de ahí elaboramos unos ejercicios de ordenador para Mario. Debo confesar que nos equivocamos mucho. Hacíamos cosas que nos parecían muy sencillas y en cambio Mario no podía con ellas. A menudo, tenía que bajar la exigencia. El primer piloto con él nos demandó tres meses. El secreto fue buscar el escaloncito mínimo que él necesitaba para subir los peldaños de la lectura”.
¿Qué importancia tienen los padres lectores?
“Tenemos las neuronas espejo que nos sirven para copiar lo que vemos y así aprendemos del modelo de los demás. Por eso los chicos tienen nuestros defectos y nuestras virtudes. Pero cuando tienes un niño con dificultades de lectura, el ejemplo no basta. Yo soy lectora y en casa había muchos libros. Mario tenía los libros más lindos y no había caso. A los niños que no leen bien no les gusta leer. Y al no leer, se pierden conocimientos, vocabulario, historias fantásticas… Si hay un niño que no disfruta de la lectura hay que entrenarlo, pero también hay que leerles en voz alta. Si solo le obligamos a leer, va a odiar la lectura. Hay que buscar un rato para leerle en voz alta porque así va a disfrutar de la lectura a través de ti”.
– ¿Qué significó para Glifing ser reconocida como pyme innovadora en España y con cuántas escuelas están trabajando?
– “El hecho de que el Ministerio de Ciencia nos haya dado un galardón como empresa innovadora es un reconocimiento al esfuerzo y a los resultados de nuestro trabajo de estos últimos 10 años, que agrademos enormemente.
Actualmente estamos en unos 220 colegios, sobre todo en Catalunya, pero también en España y en más de 500 consultorios de reeducación”.
– ¿Están trabajando con escuelas en Sudamérica?
– “Sí, en Argentina y sobre todo en Chile y alguna en Uruguay, Honduras, Guatemala y Nicaragua. En estos momentos estamos también hablando con un bonito proyecto peruano”.
– ¿Dan asesoramiento a escuelas? ¿A profesionales independientes que quieran asesorarse? ¿A gabinetes?
– “Cuando un colegio empieza a trabajar con Glifing la formación va asociada. Pero también hay formaciones independientes sobre neurociencia de la lectura: cómo aprende el cerebro y, en consecuencia, cómo hay que enseñar. Está todo escrito y descrito por los expertos. Glifing recoge este conocimiento, lo sistematiza y lo aplica a los niños en edad de aprender a leer o a los niños con dificultades de lectura que acuden a los consultorios profesionales”.
– ¿Por qué se tarda tanto en diagnosticar? ¿Hay desconocimiento?
– “Creemos que el foco no está tanto en diagnosticar como en evaluar. Hay niños que necesitan diagnóstico, claro está, pero en el colegio nos basta con evaluar para conocer el nivel de lectura. Las maestras saben qué niños leen mal a los 5 años. Algunos pueden ser falsos positivos, chicos que van un poco más tarde por temas evolutivos, pero si se evalúa a un niño y en lectura da muy bajito tienes que empezar a hacer algo ya, en primero. Hay que involucrarse. Si es un tema evolutivo no pasa nada, simplemente le vamos a poner el trabajo segmentado para que pueda avanzar. Y luego hay que practicar también en casa. No es suficiente con la escuela. Hay que leer en casa, y si hay dificultades, leer más y tener buen ánimo para seguir a pesar del esfuerzo requerido”.