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César Poyatos, docente de tecnología educativa: “Para tener alumnado digitalmente competente se necesita profesorado digitalmente competente”

Para sacar el máximo potencial de esta tecnología se necesita una mayor capacitación del profesorado que les permita comprender qué oportunidades ofrece y cuáles son sus limitaciones y riesgos. Así lo cree el docente César Poyatos Dorado

Fuente:https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/cesar-poyatos-e-iag/


La inteligencia artificial ha llegado para quedarse en todos los ámbitos, incluido el educativo. Y aunque ‘sin una bola de cristal’ es imposible saber lo que ocurrirá con esta tecnología en el futuro, César Poyatos Dorado, docente de Tecnología Educativa de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), considera que es una herramienta que ayudará en procesos tan importantes como la evaluación. Pero para que esto ocurra recuerda que hay que tener en cuenta todos los retos a los que tanto el profesorado como los estudiantes y las familias deberán enfrentarse para convivir y entender esta tecnología. El primero: la capacitación docente. De todo ello hablará en SIMO EDUCACIÓN 2025 en la ponencia ‘Alquimia de la inteligencia artificial: elixir o veneno’.
Pregunta: ¿Cuáles cree que serán los principales cambios que traerá la IA en el ámbito escolar en los próximos 5 años?
Respuesta: Hacer una mirada prospectiva en una tecnología que avanza tan rápido como la inteligencia artificial, sin una bola de cristal, es imposible. Lo que sí sabemos es que por muy ‘inteligente’ que sea la IA y por muy avanzada que llegue a ser, si entendemos que la educación se basa en relaciones humanas, esta tecnología no cambiará lo esencial. La escuela es, ante todo, un espacio de socialización, donde se construyen identidades, valores y aprendizajes compartidos. El conocimiento se genera en interacción con otros, a través del diálogo, la colaboración, el acompañamiento y el modelaje del docente y la conexión entre iguales.
De manera complementaria, hoy ya se están usando múltiples herramientas basadas en IA en los centros educativos: desde lectores inmersivos para apoyar la accesibilidad de los contenidos hasta sistemas que los sugieren o facilitan la búsqueda de información, o aplicaciones que visualizan el progreso de lectura del alumnado. La IA generativa (IAG) es la que más cambios traerá en el ámbito escolar; nos está forzando a repensar numerosos procesos, especialmente el de la evaluación.
IA

P: ¿Y cómo cree que cambia la evaluación con la irrupción de la inteligencia artificial generativa?
R: Desde el año 2008 nuestra evaluación es competencial, pero la irrupción de la IAG ha puesto en duda hasta qué punto lo era realmente. Muchas de las actividades que utilizamos para evaluar al alumnado se sitúan en niveles bajos de complejidad cognitiva. Deberíamos avanzar hacia pruebas de evaluación auténtica que permitan aplicar los conocimientos adquiridos en la resolución de problemas complejos, con tareas relevantes, contextualizadas y que contemplen distintos niveles de complejidad cognitiva. No digo que evaluar competencialmente sea tarea fácil, pero los modelos de IAG pueden ser de gran ayuda docente en el diseño de pruebas competenciales y de instrumentos diversos de evaluación.
Según mi experiencia, muchos profesores tienen la preocupación de que estas herramientas hagan los deberes por sus estudiantes y que el docente pierda el control de sus aprendizajes. Pero ¿quién nos garantiza que no los hagan las familias, el profesorado de la academia o los hermanos mayores? Entonces surge la duda: ¿tiene sentido calificar tareas hechas en casa si no podemos garantizar su autoría? ¿Qué finalidad perseguimos con los deberes? ¿Nuestras pruebas responden de verdad a los criterios de evaluación de la LOMLOE? Como se ve, hay más preguntas que respuestas. La reflexión docente ante la IA generativa no es técnica, es más un reto pedagógico que nos obliga a repensar qué significa aprender y cómo estamos evaluando.
"¿Tiene sentido calificar tareas hechas en casa si no podemos garantizar su autoría? ¿Qué finalidad perseguimos con los deberes?
César Poyatos Dorado
P: ¿Cómo deberán adaptarse los docentes y los centros educativos a esta tecnología?
R: En el informe ‘Educar en la era de la Inteligencia Artificial’, de Empantallados, una parte importante del profesorado reconoce no sentirse preparado para un uso ético y pedagógico de la IA generativa. Por ello, el primer reto es la capacitación docente: comprender cómo funcionan estos modelos para identificar qué oportunidades ofrecen y cuáles son sus limitaciones y riesgos.
A nivel de centros educativos, es conveniente proponer una reflexión colectiva en los claustros, con las familias y con toda la comunidad educativa para repensar, desde una visión compartida, cómo abordar el uso de la IAG y tratar aspectos como la privacidad, la protección de datos o los sesgos algorítmicos. Este debate ha de ser un espacio de construcción conjunta de criterios y buenas prácticas. Para avanzar en este camino, unos buenos puntos de partida pueden ser el informe C sobre Inteligencia Artificial y Educación elaborado por la Oficina C del Congreso de los Diputados, las Directrices éticas sobre el uso de IA en educación publicadas por la Comisión Europea o la ‘Guía sobre el uso de la IA en el ámbito educativo’ del INTEF.
P: ¿Cuáles son los aspectos positivos en los que los docentes deben incidir en el aula para un buen uso?
R: Todavía no estamos en un momento en el que nuestro alumnado use IAG en las aulas, ya que los sistemas actuales no garantizan plenamente la privacidad, la seguridad ni la no trazabilidad de sus datos académicos. Sin embargo, desde la lente del Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA), esta tecnología puede ser un gran apoyo para el profesorado. Estas herramientas permiten diseñar ejercicios, actividades y tareas con distintos grados de complejidad cognitiva, contextualizados en situaciones auténticas. La IAG facilita además la generación de contenidos multimodales (texto, audio, imagen, traducción automática), lo que permite que cada estudiante acceda y comprenda la información en relación a sus necesidades. También ofrece oportunidades para que el alumnado exprese lo aprendido en múltiples formatos, enriqueciendo la diversidad de evidencias multimodales de aprendizaje. Con el diseño, acompañamiento y la supervisión docente, y siempre que aporte un valor añadido, la IAG puede convertirse en un potenciador de aprendizajes.
"El primer reto es la capacitación docente: comprender cómo funcionan estos modelos para identificar qué oportunidades ofrecen y cuáles son sus limitaciones y riesgos"
César Poyatos Dorado
P: ¿Y los negativos?
R: Además de los riesgos relacionados con la seguridad, la privacidad, la protección de datos o los sesgos, los principales retos que plantea la IAG en las aulas son de carácter pedagógico. El estudio del MIT ‘Tu cerebro en ChatGPT’ ha mostrado que un mal uso de modelos generativos puede reducir el esfuerzo cognitivo y la apropiación del aprendizaje. Sabemos que la descarga cognitiva debilita la memoria y la capacidad de consolidar esquemas mentales profundos. También cabe destacar que, si se usa para automatizar y no para potenciar, la IA va a fomentar pasividad, dependencia, confianza excesiva y pérdida de autonomía. A ello se suman riesgos como la desinformación, la pérdida de interacción social o la deshonestidad académica. En este proceso, los adultos desempeñamos un papel fundamental: las familias, fomentando un uso responsable y supervisado de los dispositivos; y los docentes, diseñando tareas significativas y contextualizadas que no puedan ser resueltas únicamente con una herramienta digital y acompañando al alumnado en su proceso de aprendizaje. Solo mediante una estrategia pedagógica consciente podremos aprovechar el potencial de la IAG para aumentar y redefinir el aprendizaje; de lo contrario, corremos el riesgo de caer en malas prácticas.
P: ¿Cómo debe usarse en el aula?
R: Primero, es necesario consolidar los fundamentos conceptuales y procedimentales de las asignaturas sin ayuda de la IAG, de modo que el alumnado trabaje los procesos cognitivos de nivel inferior de la revisada Taxonomía de Bloom (recordar, comprender, clasificar, resumir y explicar). Así fortalecemos las bases previamente sin recurrir a atajos tecnológicos. Una vez interiorizados estos conocimientos, se puede escalar hacia niveles superiores y enseñar a crear de forma autónoma, sin apoyos externos de la IA. Solo después de ese proceso inicial, se puede pasar a crear con apoyo de esta tecnología. En esta línea es muy interesante usarla para que haga preguntas al alumnado que ayuden a reflexionar y mejorar sus creaciones.
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P: ¿De qué forma afecta al pensamiento crítico de los estudiantes los sesgos de la IA? ¿Cómo se pueden evitar estos sesgos?
R: Los sesgos de la IA inciden directamente en el pensamiento crítico del alumnado, porque refuerzan visiones parciales de la realidad. Sus respuestas pueden parecer correctas, neutrales y diversas, aunque en realidad no lo son. Estos sesgos son inevitables, ya que los modelos están entrenados con grandes volúmenes de datos que contienen prejuicios, estereotipos o información no veraz. Además, son entrenados por personas que, de forma consciente o inconsciente, proyectan sus propios sesgos en los modelos. Por ello, el verdadero desafío educativo no está en intentar eliminarlos, sino en preparar al alumnado para reconocerlos, analizarlos y cuestionarlos.
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Como dicen Ron Ritchhart y David Perkins en su proyecto ‘Visible Thinking’, la escuela debe favorecer una cultura de pensamiento, en la que se valoren tanto las preguntas como las respuestas, se fomente la reflexión sobre cómo pensamos y se desarrollen habilidades como cuestionar, argumentar, contrastar, discernir y considerar distintas perspectivas. La IAG nos da respuestas muy rápidas, pero nosotros tenemos que educar a nuestro alumnado para que sea capaz de hacer y hacerse buenas preguntas.
"Los sesgos de la IA inciden directamente en el pensamiento crítico del alumnado, porque refuerzan visiones parciales de la realidad"
César Poyatos Dorado
P: ¿Crees que hay una mayor dependencia tecnológica de los jóvenes tras la irrupción de la IA?
R: Hace más de veinte años, Marc Prensky habló de los ‘nativos digitales’ para referirse a los jóvenes que habían crecido rodeados de tecnología. Sin embargo, que nuestro alumnado sea nativo digital no significa que sea competente digitalmente. El hecho de que sepan manejar de manera instrumental y procedimental herramientas de inteligencia artificial generativa no implica que tengan las habilidades para un uso seguro, responsable, ético, crítico y creativo de la tecnología, ni que cuiden su bienestar digital. Por ello, es tan importante trabajar el desarrollo de la competencia digital ya que es un derecho de nuestro alumnado y una responsabilidad y misión compartida de la sociedad, de las familias y del profesorado. Si no les acompañamos en este proceso formativo, si no les educamos en un buen uso, corremos el riesgo de que se formen solos, como ‘huérfanos digitales’ que deben desenvolverse en una ‘jungla digital’, expuestos a riesgos conocidos como la dependencia, la confianza excesiva en los algoritmos o la desinformación.
P: ¿De qué manera deben formarse las familias? ¿Y los estudiantes?
R: Para tener alumnado digitalmente competente se necesita profesorado digitalmente competente. En los últimos años se ha generado mucha polémica en torno al uso de las pantallas en la escuela, un debate que con frecuencia se ha simplificado, sin distinguir entre un uso recreativo de las TIC y uno educativo, orientado al desarrollo de la competencia digital del alumnado y siempre guiado por un profesional con una finalidad pedagógica clara. Precisamente por ello, se hace necesario abrir espacios de diálogo y reflexión conjunta entre escuelas y familias, entendiendo que la educación digital no es una tarea aislada, es una responsabilidad compartida y comunitaria. Además de los cursos en abierto o campañas de divulgación promovidas por el Ministerio de Educación o las Consejerías, sería muy conveniente que los propios centros educativos se conviertan en espacios donde las familias participen en talleres, encuentros de reflexión colectiva y procesos de acompañamiento conjunto. De este modo, se favorece una visión compartida sobre cómo educar en lo digital, reduciendo tensiones y potenciando un enfoque crítico, seguro, ético, responsable y creativo de la tecnología.