¿Has hablado con tus alumnos sobre el cambio climático? Si no lo has hecho, te dejamos una propuesta para iniciar la conversación. Se trata de siete preguntas y respuestas, que fueron elaboradas para un público infantil por NatGeo Kids, y que te pueden servir como introducción al tema.

Es el proceso de calentamiento que atraviesa nuestro planeta. En el último siglo, la Tierra se ha calentado en promedio 1ºC, y aunque no parece que sea demasiado, implica grandes cambios para las personas y la vida silvestre alrededor del globo. Desafortunadamente, el aumento de la temperatura no solo significa que tenemos un clima más cálido. El fenómeno produce climas más extremos e impredecibles, algunas áreas se pueden ver afectadas por sequías y/o inundaciones, y es posible que muchos animales (¡y humanos!) no puedan adaptarse a las nuevas condiciones.

-La quema de combustibles fósiles. En los último 150 años, los países industrializados han utilizado combustibles fósiles como fuente de energía. Por ejemplo, el petróleo y gas, cuya quema libera gases a la atmósfera que actúan como una “manta invisible”, atrapando el calor del sol y calentando la Tierra. Esto se conoce como “efecto invernadero”.

-La ganadería.

Aunque no lo creas, los hábitos alimenticios de las vacas contribuyen a la formación de estos gases nocivos. Las vacas, como los humanos, producen gas metano en su sistema digestivo que es liberado en forma de… ¡pedos! Esto puede sonar gracioso, pero no lo es tanto cuando consideramos que existen cerca de mil quinientos millones de vacas que liberan sus gases a la atmósfera.

-La deforestación.

Los bosques absorben grandes cantidades de dióxido de carbono –uno de los gases responsables del Efecto Invernadero– y liberan oxígeno en el proceso. La selva del Amazonas, en América del Sur, es muy grande y muy eficiente en esta tarea, por lo cual se le conoce como “los pulmones de la Tierra”. Desafortunadamente, muchos bosques tropicales son derribados para obtener maderas, aceite de palma o generar espacio para la ganadería, las carreteras o las presas.

La Tierra ha tenido muchos climas diferentes y eras glaciares a lo largo de miles de millones de años. ¿Cuál es la diferencia ahora? Pues bueno, la diferencia la han hecho los humanos y sus actividades productivas en los últimos 150 años, generando una gran cantidad de gases nocivos que se almacenan en la atmósfera. Los registros muestran que las temperaturas globales están aumentando más rápidamente desde entonces. Un clima más cálido puede afectar al planeta de distintas maneras: más lluvia, estaciones cambiantes, encogimiento de los glaciares y aumento en el nivel de los océanos.

El fenómeno ya afecta a la vida silvestre alrededor del mundo, pero hay ciertas especies que sufren más que otras. Los animales polares –cuyo hábitat natural, el hielo, se está derritiendo ante las altas temperaturas– se encuentran en alto riesgo. De hecho, los expertos creen que el océano Ártico se derrite a una velocidad alarmante: ¡pierde 9% de su masa total cada década! Los osos polares necesitan del hielo para poder cazar, cuidar a sus crías y para descansar después de nadar en el mar. Pero no solo los animales polares están en problemas. Los orangutanes que viven en los bosques tropicales de Indonesia, por ejemplo, están bajo amenaza a medida que sus hábitats son deforestados y/o quemados por las sequías.

Las personas más afectadas por el cambio climático son aquellas que cultivan la comida que comemos todos los días. Las comunidades de agricultores, especialmente en los países en desarrollo, se enfrentan a temperaturas más altas, lluvia excesiva, inundaciones y sequías. Los cultivadores de té, por ejemplo, tienen que lidiar con los cambios en el sabor y la calidad de su producto debido a las condiciones medioambientales. En Kenia (África), el cambio climático ha provocado que los patrones de lluvia sean cada vez más impredecibles. Hay largas sequías seguidas de grandes cantidades de lluvia, lo que dificulta mucho el cultivo del té. Los agricultores se ven obligados a usar químicos para mejorar sus cultivos y poder ganar dinero, aún cuando el uso de esos químicos a largo plazo puede destruir el suelo.

Comprar alimentos con el sello de Comercio Justo puede ayudar a asegurar que un agricultor reciba un pago adecuado por sus productos. Eso significa que pueden cubrir sus costos, ganar suficiente dinero para tener una vida digna, e invertir en su negocio para seguir cultivando sin necesidad de recurrir a químicos.

Los pequeños cambios en tu casa también pueden hacer una diferencia. Estas son algunas de las acciones que puedes hacer: utilizar focos ahorradores, caminar o usar el transporte público como alternativa al auto, apagar los aparatos electrónicos cuando no los estés usando, reciclar la basura y reducir los desperdicios de comida.